domingo, 10 de junio de 2007

Vendo un auto viejo...le digo la verdad.

Es fabricación `60, mi estimada, chásis de acero y no compacto como los modernos que se aplastan con cualquier choque. Tiene mucho kilometraje, y de tanto andar se podría decir que puede llevarla por todos los senderos de la vida con mucha seguridad y estabilidad. Tiene algún que otro defectillo, como que tal vez "traga" combustible, pero a cambio le ofrece la potencia necesaria para volar hasta las estrellas de ser el caso, mire usted: 0-100 en apenas 2 segundos de contemplar la belleza de su rostro en el retrovisor. Le digo la verdad.

Este modelo tiene un motor especial, pues, a pesar que "traga" combustible no se alimenta sólo de eso. En realidad, requiere también que lo manejen con cariño y hasta ternura, no sé si me entiende. Usted tal vez pensará que se trata de un auto viejo y además engreído, pero yo le digo que si lo trata bien este auto será su más fiel escudero y guardián por el resto de la vida. Es un auto que necesita sentir amor en quien lo conduzca. Le digo la verdad.

Finalmente, al ser de una época ya cuajada, este auto es superior a los nuevos porque todos sus componentes han sido puestos a prueba por la experiencia. Si lo ve de pie y muy firme, con algunos arañazos, sin embargo, es porque el tiempo, las carreteras y hasta los pasajeros le han enseñado mucho. Sobre todo eso de que si uno encuentra un camino fácil, quizás no lo lleve a ninguna parte. Es un auto viejo, pero con conocimiento sobre la vida y que la llevará complacido a donde usted quiere ir... Le digo la verdad. ¿Se anima, preciosa dama?

(Para tí).


Lima, Perú, 19 de Marzo de 2007.

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