domingo, 10 de junio de 2007

Los pies de ella...

Haciendo un alto en el camino, obligado por la fatiga, he llegado a la conclusión que dos pies no bastan para andar. Y no lo digo porque ahora los tenga cansados, hinchados y exánimes, pues, más tarde, y ya frescos, igual sentirán este gran desgano por andar, por dar el siguiente paso en soledad...

Anoche, caminando detrás tuyo, te miraba cuando subías las escaleras y seguro tú pensabas que yo enfocaba otro lugar de tu anatomía, pero yo miraba tus pies, tu paso tan delicado que si no te veo no sabría que pasabas por ahí. Silenciosos, amortiguados y ondulantes, tus pasos se parecían a los de una gata; yo los miraba intentando descifrar la ecuación que los gobernaba, pero lo que descubrí fue una fórmula hipnótica para capturar paso a paso mi corazón y arrastrarme hasta el final del universo si lo proponías...

Y ahora, aquí, de retorno y con los pies cansados, me arrincono en la computadora para concluir que mis dos pies no son suficientes para avanzar, pues, han aprendido a seguirte declarando su verdad sin medias tintas, porque para caminar como Dios manda un hombre requiere, además de los suyos propios, de los pies de ella...

(Esta es una reedición dedicada al Día de la Mujer).

Lima, Perú, 08 de Marzo de 2007.

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