domingo, 10 de junio de 2007

...negra de mis amores

Lunes, se inicia la partida en la carrera de cada semana. Camino por todas partes, visito a mis clientes, les explico las novedades tecnológicas a favor de su negocio. Pero parece que faltan muchas millas por recorrer y muchos clientes aún por conocer; calles y calles, asfalto, automotores, humo, gasolina, perfume, gabardina y suelas desgastadas. A veces me parece que la ciudad es simplemente otro tipo de desierto.

Entro agitado y sediento al restorán de costumbre, la mesera me mira algo asombrada, pues, apenas es un minuto después de las doce. Me siento en la barra, le hago una seña en relación con la refrigeradora y ella me entiende. Me la trae de inmediato y veo el hielo en trozos dentro de la botella, la ha sacado de la zona más frígida del aparato y el vidrio está atiborrado de miles de gotitas de agua condensada. Es el símbolo de la frescura artificialmente viva en el oásis citadino, del revivir que espera el caminante en la selva de cemento.

No puedo más, tengo que beberla, la destapo y el gas me trae ese olor característico, Coca Cola, negra de mis amores....

Lima, 23 de Abril de 2007.

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